
Capítulo 14: REFORMAS EN LA EDUCACIÓN
El Proyecto 2061 tiene que ver más con la reforma permanente de la
educación que con el mejoramiento inmediato de las escuelas aunque tales mejoras
realmente son necesarias y posibles, y se encuentran en proceso en muchas partes de los
Estados Unidos de América. Pero, como la nación descubrió después del Sputnik hace
más de 30 años, no puede llevarse a cabo tan fácilmente la reforma constante de la
educación.
La posibilidad de reestructurar con éxito la educación científica en su totalidad
depende de la presencia de una demanda pública para que se lleve a cabo tal reforma y de
lo que nosotros, como nación, pensamos que implica lograr la reforma. Este capítulo
comienza por mostrar que existe de hecho un consenso sobre la necesidad de reformar la
educación en ciencia, matemáticas y tecnología, y posteriormente presenta las premisas
que sustentan el enfosque del Proyecto 2061 para la reforma
La necesidad de fortalecer la educación científica en la Unión Americana ha sido
reconocida ampliamente en los numerosos estudios de educación que se realizaron en la
década de 1980. (Una selección representativa de informes se enumera en la sección
"Referencias selectas" al final de este libro.) Aunque el argumento más
poderoso para mejorar la educación científica de todos los estudiantes puede radicar en
su función de liberar el intelecto humano, gran parte de la discusión pública se centra
en justificaciones más concretas, utilitarias e inmediatas.
La mayor parte de los informes de educación de la década de 1980 ha sido motivada por la
confluencia de dos diferentes preocupaciones públicas cada vez más apremiantes: 1. la
declinación económica que se observa en los Estados Unidos. La riqueza nacional y fuerza
internacional, ambas basadas sustancialmente en la prominencia científica y tecnológica,
se han debilitado en relación con las de otros países, especialmente Japón, y 2. la
tendencia decreciente que existe en la educación pública estadounidense: bajas
calificaciones en los exámenes, rechazo por parte de los estudiantes de la ciencia y las
matemáticas, personal docente desmoralizado y debilitado en muchas escuelas, bajas
expectativas de aprendizaje en comparación con otras naciones que presentan avances
tecnológicos, y encontrarse clasificada casi en el fondo en los estudios internacionales
acerca del conocimiento que poseen los estudiantes de ciencia y matemáticas. Todos los
informes y los medios de comunicación masivos que los dan a conocer han destacado estas
deficiencias educacionales, y la nación ha llegado finalmente a tomar conciencia de que
en realidad hay una crisis en la educación estadounidense.
Aun cuando se deploran por si mismas, las fallas educacionales en los Estados Unidos se
han considerado colectivamente como un contribuyente principal de los fracasos
económicos. Esta óptica, ya sea completamente justificada o no, ha estado implícita en
la mayor parte de los informes y explícita en otros. Aunque cada uno de los distintos
informes ha abordado los problemas desde diferentes perspectivas, todos han sido
polarizados por el mismo conjunto de tendencias educacionales y económicas perturbadoras.
Con estos antecedentes, es comprensible que los informes enfaticen, de una forma u otra,
la necesidad de mejorar la educación en ciencia y tecnología de todos los estudiantes,
así como el imperativo de llevar a cabo diversas reformas educacionales de naturaleza
más general. En conjunto, los informes sirven para subrayar que enla sociedad
posindustrial hay una fuerte relación entre qué tan bien puede desempeñarse una nación
y la existencia de una educación de alta calidad y de amplia distribución. Hay ahora un
consenso nacional claro en la Unión Americana de que los niños de las escuelas primaria
y secundaria deben educarse mejor en ciencia, matemáticas y tecnología.
La reforma necesariamente toma mucho tiempo
Los arreglos rápidos siempre fallan en educación, y por razones fácilmente
comprensibles. Tal vez lo más obvio de esto es simplemente el tamaño de la empresa. La
educación en los Estados Unidos es un enorme negocio que emplea a más de tres millones
de personas, gasta cerca de 200 mil millones de dólares al año y mantiene un capital
colectivo que excede el billón de dólares. Es poco razonable creer que la educación
elemental y de nivel medio en los Estados Unidos, que atiende casi a 50 millones de
estudiantes localizados en más de 80 mil escuelas y 50 estados, podría cambiarse fácil
y rápidamente. Incluso con grandes ideas, las mejores intenciones, una inversión de
recursos en escala apropiada al trabajo y gran entusiasmo en la tarea, cualquier cambio de
fondo en el sistema de educación está destinado a tardar una década o más.
Sin embargo, es más que un simple problema de escala. A diferencia de la situación que
prevalece en la mayor parte de los demás países, el sistema de educación de los Estados
Unidos está descentralizado política y económicamente. Las decisiones en la política
educacional y el uso de recursos para educación se toman por literalmente miles de
entidades distintas, incluyendo 16 mil distritos escolares separados, 3 300 colegios y
universidades, 50 estados, varias dependencias del gobierno federal y los tribunales de
todo nivel. Este estado de cosas puede tener sus ventajas, pero la capacidad para el
cambio rápido no es una de ellas. Antes que todo, toma tiempo construir un consenso
amplio entre los educadores y el público sobre la necesidad de un cambio radical.
Después, se requiere más tiempo para llegar a un encuentro nacional de expertos en el
que se analizarían cuáles deberían ser los ingredientes principales de la reforma. Se
requiere aún más tiempo para redactar los planes de acción, someter a prueba ideas e
iniciar actividades en decenas de miles de instituciones diferentes.
Por último, la reforma tiene que ver más con la gente que con políticas,
instituciones y procesos. Y la mayoría de las personas no sólo los educadores tienden a
cambiar lentamente cuando se trata de actitudes, creencias y formas de hacer las cosas.
Los maestros y administradores llevan a su trabajo la gama completa de las opiniones
humanas sobre los propósitos de la educación, la naturaleza de la gente joven y la mejor
manera de fomentar el aprendizaje. Sus puntos de vista se han derivado y reforzado con
años de experiencia como estudiantes, maestros y con frecuencia padres. Los profesionales
sensibles no reemplazan sus opiniones y patrones de conducta arraigados en respuesta a un
mandato o a la última moda; en lugar de ello, responden al sentimiento en desarrollo
entre colegas respetados, a los incentivos que recompensan los esfuerzos serios para
explorar nuevas posibilidades, y a la retroalimentación positiva que puede provenir de
experimentar con nuevas ideas de vez en cuando, lo cual tomará años.
Las profesiones pueden modificarse principalmente en respuesta a un cambio de personal.
Los médicos e ingenieros jóvenes, por ejemplo, llevan nuevos conocimientos, técnicas y
aptitudes al seno de su profesión. Las generaciones sucesivas de maestros y
administradores de escuela pueden servir de la misma manera, pero solamente si tienen
aptitudes, conocimientos y destrezas distintas. Por tanto, la reforma en la educación de
los profesores es el sine qua non de la reforma escolar, pero necesariamente será lento
el proceso hasta que se puedan percibir los efectos.
La colaboración es esencial
Los enfoques monolíticos de la reforma educativa no son la forma estadounidense, y
por una buena razón: ningún grupo o sector tiene la posesión absoluta de la sabiduría,
la inventiva, los recursos y la autoridad, y pocos problemas educativos de consecuencia
tienen solamente una posible solución. Pero la diversidad del esfuerzo puede tener sólo
un pequeño impacto a escala nacional si quienes se proponen cambiar las cosas apuntan en
direcciones diferentes sin preocuparse por los demás. El aislamiento en educación no es
posible ni deseable, sino un compromiso de colaboración. Desde el punto de vista
operativo, tal compromiso significa compartir ideas e información con quienes están
tratando de resolver el mismo problema o problemas afines. En el contexto de la reforma de
la educación en ciencia, esta observación se aplica a la comunidad científica por sí
misma hasta el grado en que desee hacer contribuciones significativas al proceso de la
reforma educativa.
El Proyecto 2061 constituye, desde luego, solamente uno de los muchos esfuerzos
para trazar nuevas direcciones en la educación en ciencia, matemáticas y tecnología, y
para lograr mejoras significativas en el sistema actual. De uno a otro lado de la nación,
los maestros y las escuelas se están esforzando, a menudo en contra de muchas
dificultades, para cambiar la situación y en algunos distritos escolares y estados, la
reforma vigorosa está ahora al orden del día. Además, a escala nacional, hay proyectos
muchos de ellos financiados por fundaciones y dependencias gubernamentales y centrados en
asociaciones profesionales, universidades y organizaciones independientes que enfocan
varios aspectos de la reforma. Es necesario vincular los diversos esfuerzos de reforma
para brindar coherencia al movimiento.
Los maestros son claves
Aunque las ideas creativas para la reforma educativa provienen de muchas fuentes,
solamente los maestros pueden ofrecer la perspicacia que surge de la experiencia intensa y
directa en el salón de clases. Aportan a la tarea de la reforma el conocimiento de los
estudiantes, el oficio y una cultura escolar de que otros carecen. Además, la reforma no
puede imponerse a los maestros por los mandos superiores o por personas ajenas al gremio.
Si los profesores no están convencidos de que los cambios propuestos valen la pena, no
van a poder implantarlos de manera enérgica. Si no comprenden del todo qué es lo que se
pretende o no están suficientemente preparados para introducir contenidos o formas nuevas
de enseñanza, las medidas reformistas fracasarán. En cualquier caso, cuantos más
maestros compartan las medidas de la reforma y cuanto más ayuda se les brinde para poner
en marcha cambios consensados, mayor será la probabilidad de que sean capaces de hacer
duraderas tales mejoras.
Aunque los maestros son claves en la reforma, no pueden ser los únicos responsables de
ella. Necesitan aliados. Los profesores solos no pueden cambiar los libros de texto,
establecer políticas de exámenes más sensibles que las que ahora existen, crear
sistemas de apoyo administrativo, hacer que el público entienda en qué radica la reforma
y por qué se lleva tiempo lograrla, y reunir los fondos necesarios para pagarla. Así,
los administradores de escuela y quienes formulan las políticas de educación tienen que
apoyar a los maestros. Estos también necesitan colegas académicos expertos en materias
pertinentes, desarrollo del niño, aprendizaje y el potencial educativo de las
tecnologías modernas. Y estos últimos requieren la ayuda y el apoyo de los líderes de
la comunidad, los dirigentes laborales y de negocios, y los padres, pues en última
instancia la reforma educacional es una responsabilidad compartida. Es tiempo de que los
maestros asuman mayor responsabilidad en la reforma de la educación; pero eso de ninguna
manera reduce la responsabilidad de otros para hacer también su parte.
Se necesitan enfoques integrales
Las medidas de reforma poco sistemáticas engendran efectos parciales, si es que los
hay. En el nivel del distrito escolar, los esfuerzos de reforma deben ser inclusivos:
todos los grados, todas las materias, todas las comentes. Es menos demandante
concentrarse, por ejemplo, en mejorar la lectura de tercer grado, estudios sociales de
secundaria, y biología para estudiantes de vocacional. Pero es improbable que tales
cambios no relacionados se agreguen a los planes de estudio integrales, coherentes y
eficaces que a los que están fragmentados y sobrecargados, como los que ahora existen.
Sin un enfoque más vasto, el cambio estará sujeto a tener que adaptarse a los límites
de los periodos de clase, materias de la escuela, secuencias y trayectorias, que por si
mismas pueden representar una gran parte del problema.
A todo lo largo del país, la reforma tiene que ser integral en el sentido de dirigir
todos los aspectos del sistema. La reforma en la educación científica depende de cambiar
los planes de estudio existentes desde el nivel elemental hasta el superior. Pero para
hacer que funcionen los nuevos planes de estudio, también deben ocurrir cambios en la
preparación de los maestros, el contenido de los libros de texto y otros materiales de
aprendizaje, el uso de tecnologías, la naturaleza de los exámenes y la organización de
las escuelas. Además, los cambios deben ser compatibles para que no se anulen entre si.
La reforma amplia no implica salir en todas direcciones en un momento. Más bien requiere
que algunos pasos ocurran antes que otros, que algunos problemas tengan prioridad y que
los recursos se desplieguen de manera estratégica. La planeación sistemática cuidadosa
debe preceder a la acción, y ningún aspecto de la planeación es más importante que
establecer prioridades. La incapacidad para proceder de esta manera puede dar por
resultado un cambio mínimo; estipular prioridades erróneas puede dejar a los estudiantes
peor que antes de que se implantara la reforma.
La reforma debe centrarse en las necesidades de aprendizaje
científico de todos los niños
Cuando se toman en consideración las realidades demográficas, las necesidades
nacionales y los valores democráticos, queda claro que el país ya no puede descuidar la
educación científica de todos los estudiantes. Ya no se debe permitir que la raza, el
idioma, el sexo o las circunstancias económicas sean los factores que determinen quién
recibe y quién no recibe una buena educación en ciencia, matemáticas y tecnología.
Descuidar la educación en ciencia de cualesquiera personas (como ha sucedido con
frecuencia con las niñas y los estudiantes que pertenecen a minorías) significa
privarlas de educación básica, dejándolas en desventaja para toda la vida y privar a la
nación de trabajadores talentosos y ciudadanos informados una pérdida que el país
podría lamentar.
Llegar a todos los alumnos significa reformar la educación de cada fibra del cuerpo
estudiantil vocacional, general y bachillerato. Para los estudiantes que esperan estar
listos para trabajar después del bachillerato, un enfoque estrecho en las habilidades
comerciales ya no es suficiente; necesitan adquirir una base fuerte de conocimiento
científico y de habilidades de razonamiento, comunicación y aprendizaje. Todos los
alumnos matriculados, independientemente de cuáles sean sus asignaturas de
especialización, a la larga tendrán necesidad de entrar en la universidad con un
entendimiento de la ciencia, las matemáticas y la tecnología sobre el que puedan
construir y que les haga posible elegir un campo técnico. Y los estudiantes no decididos
necesitan el conocimiento, las habilidades y las actitudes que les permitan moverse en
cualquier dirección. Por tanto, las recomendaciones de este informe se aplican igualmente
a todos los estudiantes.
Para satisfacer las necesidades de aprendizaje de la ciencia en todos los niños se
requiere que la sociedad como un todo reconozca que el aprendizaje es, en cierto sentido,
la ocupación principal de la niñez. El juego es importante por si mismo y debido a que
con frecuencia conduce al aprendizaje, y trabajar por dinero puede ser formativo para los
niños, pero ni el juego ni el empleo pueden sustituir el estudio sistemático. Por tanto,
los padres y los ciudadanos en general deben comprender que una parte sustancial de la
energía de la niñez tiene que dedicarse a la tarea de aprender.
Deben establecerse condiciones positivas para la reforma
La reforma requiere crear condiciones para el cambio. No tiene sentido exhortar a los
educadores para que modifiquen lo que están haciendo y después hacer caso omiso de los
obstáculos que encuentran en su camino. No es de sorprender que una gran barrera a la
reforma es la misma que se opone a la buena educación en general: las condiciones
laborales de los maestros y administradores.
En casi todas las escuelas, las circunstancias físicas administrativas y psicológicas
crean un ambiente que proscribe los esfuerzos conducentes a la mencionada reforma. De
manera típica, los maestros no tienen tiempo para pensar, estudiar, organizar materiales,
comentar con colegas, aconsejar a los alumnos y asistir a encuentros profesionales. Lo que
es más, no tienen oficinas privadas, computadoras con procesador de palabras y archivo,
asistentes de laboratorio, acceso a consultores expertos u otros tipos de apoyo que
esperan los profesionales en otro campo. Y los directores están casi igual. La presión
de los asuntos que requieren gran cuidado, como relaciones públicas, administración de
personal, presupuestos, asistencia de estudiantes y seguridad, dejan a los directores poco
tiempo, energía o inclinación para involucrarse de lleno en cuestiones de programas,
mucho menos en actividades importantes de reforma.
Al mismo tiempo que se eliminen las barreras a la reforma, deben establecerse condiciones
positivas para que se dé el cambio. Estas deben destacar la creación de un ambiente para
maestros y administradores que fomente la experimentación, se centre en beneficios de
largo plazo más que en metas inmediatas, como aumentar las calificaciones en los
exámenes, y reconozca y recompense la innovación.
La necesidad de condiciones positivas para la reforma va más allá de las escuelas. Lo
que éstas puedan realizar por muchos niños es muy limitado mientras una cuarta parte de
los estudiantes se críe en la pobreza, no se abata el consumo de drogas y la violencia,
persista el racismo y la televisión comercial sea insípida o empeore, en tanto que la
televisión educativa permanece crónicamente desnutrida. Vale la pena resaltar que es
necesario una mejor educación para lograr tener un mejor país. Pero solamente si algunos
de los peores problemas sociales de hoy se aminoran, las escuelas podrán dar los pasos
conducentes a la reforma anhelada que permitirá recoger efectos positivos en la sociedad.
La reforma de la educación y la sociedad deben ir de la mano.
Para tener la certeza de que la reforma se llevará a cabo, es esencial el apoyo
comunitario continuo a la educación. Este no es fácil de sostener debido a las
prioridades sociales y demográficas cambiantes. Por tanto, el liderazgo político firme y
consciente en todo nivel y en cada sector gobierno, empresa, trabajo y educación es
decisivo para sacar avante la reforma. Sin dicho liderazgo, el apoyo de la comunidad para
la reforma educativa se desvanecerá mucho antes de que se logren resultados duraderos.